Los discos duros sólidos (SSD) tienen varias ventajas en comparación con los discos duros mecánicos (HDD) tradicionales:
Mayor velocidad: Los SSD tienen tiempos de acceso más rápidos y velocidades de lectura y escritura más rápidas que los HDD, lo que los hace más adecuados para tareas que requieren acceso rápido a la información, como el arranque del sistema y la carga de aplicaciones.
Mayor durabilidad: Los SSD no tienen piezas móviles, por lo que son más resistentes a las vibraciones y los golpes que los HDD. Esto los hace menos propensos a fallar y más adecuados para el uso móvil.
Menor consumo de energía: Los SSD consumen menos energía que los HDD, lo que puede resultar en una mayor duración de la batería en dispositivos portátiles.
Mayor resistencia a la temperatura: Los SSD son más resistentes a las altas y bajas temperaturas que los HDD, lo que los hace más adecuados para el uso en entornos con variaciones extremas de temperatura.
Mayor confiabilidad: Los SSD tienen tasas de fallo más bajas que los HDD debido a la ausencia de piezas móviles y a la falta de problemas como el desgaste de los cabezales de lectura/escritura.
Mayor compactación: Los SSD son más compactos y ligeros que los HDD, lo que los hace más adecuados para el uso en dispositivos portátiles y para ahorrar espacio en el interior de una computadora de escritorio.
Mayor seguridad: Algunos SSD tienen opciones de cifrado de hardware que pueden ayudar a proteger la información contra el acceso no autorizado.